Las viudas, sus hijas e hijos, atraviesan por una situación difícil en Guatemala, no existen programas estatales, ni atención psicológica para apoyar a las familias.
El 23 de junio la Organización de las Naciones Unidas (ONU) estableció el Día Internacional de las Viudas para exhortar a los Estados a prestar atención a las necesidades de este sector de la población.
En Guatemala, no existe un registro de cuántas mujeres han quedado viudas a causa de la violencia y el COVID-19, sin embargo, es evidente que la estadística podría ser alta, debido a la situación que hemos enfrentado como país.
Muchas mujeres valientes han asumido el rol de madres y padres al mismo tiempo, han sacado adelante a sus hijos con sacrificio y los han protegido de diferentes amenazas. Algunas tienen dos o tres trabajos, otras migran a Estados Unidos para cubrir las necesidades del hogar.
A pesar de los esfuerzos humanos, muchas viudas viven en la precariedad, alquilan, carecen de estudios, se enfrentan a la discriminación, a la injusticia y a la falta de un empleo digno.
En la última década han muerto violentamente centenares de pilotos del transporte público, agentes de la Policía Nacional Civil (PNC), guardias del Sistema Penitenciario (SP) y de la seguridad privada; sus esposas, hijas e hijos han quedado sin apoyo económico, ni atención psicosocial.
En la actualidad se suman las muertes de médicos, enfermeros, personas que asumieron un papel heroico y que debían salir a trabajar durante la pandemia de COVID-19, ellos también dejaron esposas viudas.
Es importante que el Estado de Guatemala preste atención a las necesidades de las viudas, sus hijas e hijos. Detrás de la pérdida física de un ser humano siempre hay un núcleo familiar que necesita ser atendido.