TEXTO Y FOTOS: ASIER VERA

El paramédico de la 127 compañía de Bomberos Voluntarios en San José Pinula, José Luis Rivas García, denunció que tardaron «cinco minutos» en abrir el portón del Hogar Seguro cuando se estaban quemando las 56 niñas encerradas en un aula y ello a pesar de que la ambulancia tenía encendida la sirena tras acudir al llamado de una emergencia dentro de las instalaciones por «un herido por arma de fuego».

Rivas declaró este lunes en calidad de testigo en el juicio que se sigue en el Tribunal Séptimo de Sentencia Penal contra ocho funcionarios por la muerte de 41 niñas y las heridas graves a otras 15 en el incendio del Hogar Seguro ocurrido el 8 de marzo de 2017. Según detalló, al momento de llegar junto a otros tres compañeros de Bomberos Voluntarios al hogar de protección y abrigo, «solo se abrió una ventanita y la volvieron a cerrar, pese a que estábamos con la sirena. Luego, le pidieron la licencia al compañero que conducía y abrieron el portón para que pudiéramos ingresar». 

Explicó que la unidad de los Bomberos se trasladó al Hogar Seguro, después de que la estación central de San José Pinula recibiera una llamada telefónica «diciendo que había una persona herida por arma de fuego», por lo que al entrar después de esperar en el portón cinco minutos, vio a «un montón de gente corriendo y preguntamos por la persona herida y nos decían que no había ninguna por arma de fuego, sino que se trataba que las niñas habían agarrado fuego».

En ese momento, preguntó dónde era el incendio y se dirigieron al aula donde estaban quemándose las 56 niñas, si bien la puerta estaba cerrada bajo llave, por lo que Rivas revela que con un extintor que había en el Hogar Seguro golpeó el «pequeño candado» hasta romperlo, teniendo en cuenta que había «tres personas intentando abrir la puerta, pero era bastante difícil porque emanaba un vapor como que era un horno de leña».

Al entrar, halló una escena «bastante dura» porque varias niñas ya estaban muertas y otras vivas que se encontraban con fuego en el cuerpo, por lo que procedieron a sacarlas del aula y echarlas agua de varios garrafones de salvavidas para apagar las llamas. «A las niñas muertas las dejamos adentro como amontonadas, porque unas estaban encima de otras y había que verificar si estaban vivas o muertas, por lo que al ver que se trataba de un incendio pedimos refuerzos y empezaron a llegar más unidades de distintas compañías», relató, al tiempo que indicó que, en total, había 19 fallecidas.

«Cuando me pidieron qué necesitaba, dije agua porque las niñas estaban convulsionando y se les empezaban a derretir los ojos por el calor, mientras que partes íntimas y del pecho se deshacían, dado que era como un horno de leña por dentro», insistió, al tiempo que aseguró que «no permitimos que entrara gente al lugar porque el techo estaba cayéndose».  Una vez que llegaron los refuerzos que habían solicitado, comenzaron a transportar a las heridas a los hospitales de San Juan de Dios y el Roosevelt.

A preguntas del fiscal de Femicidio Edgar Gómez sobre si les indicaron cuál era el origen del incendio, el paramédico recordó que «una de las personas que se encontraba en el Hogar me dijo que una de las niñas que estaba harta de vivir había procedido a prenderle fuego a una colchoneta».

Cuestionado por el abogado de Mujeres Transformando el Mundo, José Rodrigo Orozco Orellana, si considera que los cinco minutos que tardaron en abrirles la puerta son de vida o muerte en el espacio donde se estaban quemando las 56 niñas, Rivas respondió que «un minuto basta» en este tipo de casos.

El bombero recordó que el 7 de marzo, también acudió al Hogar Seguro estando de turno en la 127 Compañía de San José Pinula «cuando nos informaron que había un amotinamiento». Por ello, se trasladaron a las afueras de las instalaciones en una unidad de prevención y allí observaron que «andaban muchos niños afuera y se encontraban muchos policías».

Rivas explicó que permanecieron en su puesto de prevención hasta las dos de la mañana del 8 de marzo, cuando recibieron autorización de la estación central para retirarse, después de que hubieran ya ingresado de nuevo al Hogar Seguro a las niñas y niños que permanecieron durante varias horas en el portón custodiados por agentes policiales. Previamente, a las diez de la noche suturó a una de las niñas que tenía una herida cortante en la mano izquierda que estaba sangrando y, precisamente, al día siguiente después del incendio, trasladó a la misma menor de edad en la ambulancia tras haber sufrido graves quemaduras. 

El paramédico indicó que ese mismo día 7 de marzo, uno de los niños se acercó a él y le pidió su traje de bombero, razón por la cual se retiró a una distancia prudencial de los menores para evitar cualquier conflicto con ellos situándose a unos 15 metros de donde estaban reconcentrados en el portón del Hogar Seguro.

Una de las inconsistencias en su declaración fue la hora a la que llegó al Hogar Seguro el 8 de marzo junto a sus tres compañeros en una ambulancia. Según relató, su turno de 24 horas finalizaba ese día a las seis de la mañana, por lo que a las 06.15 horas aproximadamente se encontraba junto a otro compañero en la pasarela esperando un bus para dirigirse a la estación central. En ese momento, les llaman para avisarles de la supuesta emergencia en el Hogar Seguro en la que les informaron que había un herido por arma de fuego, por lo que volvieron a sus labores.

EL HORARIO NO COINCIDE CON EL DE LA FISCALÍA

Así, indicó que llegó junto a otros tres bomberos a bordo de una ambulancia a las 06.30 horas al Hogar Seguro y, tras esperar cinco minutos a que les abrieran el portón, pudieron ingresar para romper el candado de la puerta del aula en la que las 56 niñas encerradas se estaban quemando en un incendio. Sin embargo, este horario y la actuación de los bomberos contrasta con la investigación del Ministerio Público, que establece que el incendio tuvo lugar entre las 08.47 y las 09.06 horas del 8 de marzo, mientras que sostiene que fue la subinspectora de la PNC Lucinda Marroquín la encargada de abrir el candado con la llave que tenía en su poder.

Por otra parte, también declaró como testigo Julio René Álvarez González, el piloto de la primera ambulancia de los Bomberos Voluntarios que acudió el 8 de marzo al Hogar Seguro. A diferencia de su compañero, explicó que ese día salieron de la estación de la 127 compañía a las 08.00 horas en dirección a un hospital nacional, dado que trasladaban a una mujer embarazada.

En ese instante, su compañero recibió una llamada telefónica en la que le informaban que retornaran a San José Pinula, dado que en el Hogar Seguro había un «amotinamiento y nos habían indicado que había una persona herida de arma de fuego». Por ello, volvieron a la estación donde dejaron a la mujer embarazada y junto a otros dos compañeros se dirigieron con la ambulancia al hogar, donde una persona «abrió la ventanita del portón y la volvió a cerrar», a pesar de que la sirena estaba encendida. «Cuánto tiempo pasó hasta que abrieron el portón no me recuerdo», señaló, al tiempo que reconoció que tampoco sabe con exactitud a qué horas ingresaron al Hogar.

Cuando sus tres compañeros se dirigieron al aula incendiada, uno de ellos regresó y le pidió que llamara a la estación central para que coordinaran más vehículos de emergencia, dado que eran varias personas heridas, aunque en ese momento no le informaron de que se trataba de niñas quemadas, sino de que había varias personas en un cuarto y que estaban luchando por intentar sacarlas. «En lo personal no esperaba un evento de esa magnitud», recalcó.

«Las unidades que llegaron a participar al evento trasladaron a varias jovencitas a varios hospitales», detalló, a la vez que admitió que en la ambulancia en la que llegaron al Hogar Seguro no contaba con extintores, ni trajes especiales para incendios. Pese a ello, remarcó que como Bomberos Voluntarios «arriesgamos la vida y no nos importa la magnitud del evento, sino que en ese momento hacemos lo que Dios nos pone en las manos para salvaguardar la vida de las personas y no importa si perdemos la nuestra».