10% de la población reclusa es analfabeta y 75% tiene baja escolaridad

Por Mariela Castañón

marielacastanon@nuestrashistorias.com.gt

Foto: SP

El 10% de la población reclusa es analfabeta y el 75% ha cursado primaria o secundaria, según los datos obtenidos a través de la Unidad de Información Pública del Ministerio de Gobernación (Mingob).

Hasta el 31 de agosto de este año había 24,997 personas privadas de libertad:  22,196 hombres y 2,801 mujeres, en situación preventiva y en cumplimiento de condena.

Los datos del Mingob reflejan que la escolaridad de la mayoría de la población reclusa es baja:

2,477 son analfabetas y representan el 10%

11,553 tiene primaria y representa el 46%

7,143 tiene secundaria y representa el 29%

3,316 tiene diversificado y representa al 13%

  508 tiene el grado universitario y representa 2%

¿Formación académica en las cárceles?

Nuestras Historias consultó al director del Sistema Penitenciario, Luis Rodolfo Escobar, sobre el proceso de formación académica de las personas privadas de libertad; indicó que no tenía información específica en ese momento y que respondería cuando tuviera datos completos.

Escobar admitió que durante la pandemia de COVID-19 han encontrado algunos desafíos, porque ha reducido el ingreso de educadores a las prisiones, pero “han hecho lo posible” para que continúen estudiando.

El director del SP indicó que las personas privadas de libertad han solicitado formación académica y que un porcentaje considerable (no indicó cuánto) desea estudiar  Ciencias Jurídicas, por eso han abordado el tema con diferentes universidades.

El impacto por la falta de actividades en prisiones

Escobar agregó que aproximadamente un 80% de la población reclusa pide continuar sus estudios y un 20% continuaría delinquiendo en prisión porque no les interesa seguir estudiando.

Sin embargo, la educación y la creación de fuentes de trabajo no siempre depende de los privados de libertad, en otras ocasiones, reclusos y sus familias han comentado que esto depende del SP, que no ha creado las condiciones para realizar esas actividades que ayudarían a su reinserción y rehabilitación.

Incluso tampoco existen controles reales sobre las personas que asisten a actividades educativas, pues el control únicamente se aplica en los conteos matutinos y nocturnos.